Atrofia progresiva de retina en el Golden Retriever

Es una enfermedad hereditaria conocida desde hace mucho tiempo. Fue descrita por primera vez en el Setter Gordon en los años 20, pero desde entonces ha aparecido en la mayoría de las razas puras. Consiste en una degeneración de los fotorreceptores de la retina. Primero suele afectar a los bastones (células encargadas de la visión nocturna), y posteriormente a los conos (visión diurna y percepción del color). La retinitis pigmentosa es la afección equivalente en humanos.

Los síntomas de la enfermedad son los mismos para todas las razas: en una primera fase, los perros tienen dificultad para ver por la noche y pierden la habilidad de ajustar su visión con luz débil; después su visión diurna también falla. Las pupilas se van dilatando progresivamente, y los ojos aparecen nublados u opacos, originando como consecuencia una catarata.

En el golden, como en la mayoría de las razas, es del tipo autosomal recesivo. Esto significa que para que se dé un cachorro afectado, debe recibir una copia del gen defectuoso de ambos padres. Los padres pueden tener visión normal, pero son portadores de la enfermedad. Como anécdota, comentar que en el Husky Siberiano el gen está ligado al sexo, en concreto, al cromosoma X, por lo que hay más proporción de machos afectados que de hembras.

Un veterinario especialista debe hacer exámenes oftalmológicos a los reproductores de estas tres afecciones (glaucoma, distrofia corneal y atrofia progresiva de retina) cada 2 años al menos.

Hemeralopia (ceguera diurna)

Como su apodo sugiere, la hemeralopia afecta a la visión del perro bajo luz brillante. Por la noche o en el interior de un local poco iluminado, la visión del perro es perfectamente normal. Es una enfermedad hereditaria, simple autosomal recesiva, lo que indica que ambos padres deben ser portadores (aunque tengan visión normal) para transmitirla a los cachorros. La enfermedad consiste en una degeneración de los conos (células encargadas de la visión diurna y de la percepción del color).

Puede detectarse en cachorros de 7 semanas de edad, cuando el criador observa que, con luz diurna, chocan con objetos y parecen inseguros en las distancias. En caso de duda, se puede aplicar una técnica llamada electroretinografía (ERG).